martes, 24 de septiembre de 2013

Epopeya India: La Tumba India y El Tigre de Esnapur (1959)

A finales de los años cincuenta, con sesenta y muchos años de edad, el realizador alemán Fritz Lang recibía la oferta del productor de origen polaco (y también judío) Artur Brauner, para retornar al cine europeo. Eran tiempos del europudding, en los que las coproducciones a múltiples bandas entre países europeos eran una constante. El proyecto en cuestión era rodar, para su firma Central Cinema Company (en coproducción entre Alemania Occidental, Italia y Francia), una nueva versión de la novela de su ex-mujer (y fiel colaboradora en tareas de guionista hasta su huida de Alemania tras el advenimiento del nazismo) Thea Von Harbou, titulada “Das Indische Grabmal”.

Esta novela ya había sido objeto de dos revisitaciones anteriores en el marco del cine alemán. La primera, de 1921, y dirigida por Joe May, había partido de un guión del propio Lang, de modo que el director vienés se aferró a la oferta como una forma de corregir aquellas modificaciones en su libreto original que le habían molestado e impulsado a situarse detrás de las cámaras, reverdecer viejos laureles (recordemos que sus últimos títulos norteamericanos -con la excepción del bellísimo fracaso comercial Los contrabandistas Moonfleet (Moonfleet, 1955)- habían sido películas lindantes con la serie B en blanco y negro) y retornar por la puerta grande al país del que había tenido que huir con lo puesto tras una famosísima conversación con Josef Goebbels.

Rodada en exteriores en Rajastán (India), e interiores en los estudios CCC de Berlín, la estructura del guión respetaba una de las primeras decisiones de Lang al adaptar originalmente el libro, es decir, dividir la acción en dos capítulos, creando así una especie de díptico articulado alrededor de un cliffhanger al final de la primera jornada, titulada “El tigre de Esnapur”, que serviría de nexo de unión con la segunda jornada, titulada, como la novela, “La tumba india”. 

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A principios de los años veinte, época de la primera adaptación, los seriales cinematográficos de aventuras exóticas constituían uno de los géneros preferidos del gran público, desde Pearl White en los EEUU, hasta Fantomas en Francia. En Alemania, el propio Fritz Lang visitaría frecuentemente la narración serializada con títulos como Las arañas (Die Spinnen, 1919), “Mabuse” (El Dr. Mabuse, 1922, El testamento del Dr. Mabuse, 1933 y Los crímenes del Dr. Mabuse, 1960) o, incluso, Los Nibelungos (Die Nibelungen, 1922-24). Y aunque a finales de los cincuenta se trataba de un procedimiento narrativo en vías de extinción (absorbido por los modos televisivos y su estructura por capítulos), el nombre de Lang y su prestigio internacional le abrieron las puertas para gestar un hermosísimo último hurra, anacrónico como pocos, que paradójicamente apenas pudo ser visto en su país de adopción. Remontado y condensado en un único largometraje, masacrado por un montaje dolorosamente infiel, en los Estados Unidos apenas tuvo repercusión comercial. Afortunadamente, su éxito europeo permitiría a Lang rodar aún otra película, un nuevo retorno a los orígenes encarnado en el Dr. Mabuse, antes de despedirse de la realización.

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BluRay 720p The Tiger of Eschnapur 1959 720p BluRay x264 mfcorrea [PublicHD]
BluRay 720p The Indian Tomb 1959 720p BluRay x264 mfcorrea [PublicHD]

La tumba india, aunque dividida en dos partes son una misma película y no dos títulos independientes, supone para Lang un regreso a las fuentes, a sus orígenes en el cine. El díptico no recuerda en nada a sus filmes hollywoodenses, todos ellos memorables pero alejados del espíritu de su obra germánica expresionista.

Un arquitecto alemán (Paul Hubschmid) es contratado por el maharajá de Esnapur (Walter Reyer) para que planifique la construcción de determinados edificios. En su camino hacia el reino conoce a una bailarina llamada Seetha (Debra Paget), surgiendo el amor entre ambos. Sin embargo, la pareja tendrá que hacer frente a los sentimientos del poderoso soberano, quien también acabará enamorado de la hermosa fémina.


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Abundan la perspectiva frontal y los planos largos en los que los personajes son una parte más del decorado. Mejor dicho, del escenario. Del artificio que es el cine, presente en todo ese espacio vacío alrededor de los actores. Casi se esperaría oír eco en sus voces, como si se estuviera en el teatro. Es una representación y se presenta como tal, y así la conciencia del hecho del relato toma vida propia y supera al relato en sí.

Es un documental del placer del relato en el que éste, en el fondo, no importa. La ficción del argumento, de tan evidente en una época sin la capacidad de asombro de los años 20, rompe el vínculo con el espectador y queda deshumanizada. No podría ser de otra manera en una época que ha perdido la inocencia. Pero la excepcionalidad de El tigre de Eschnapur / La tumba india no reside en ser un anacronismo nostálgico, sino en que es consciente de esto y, sobre todo, es sincera hasta el punto de ponerse en ridículo a sí misma. Y, sin embargo, es una experiencia de la que no puede uno reírse.

La decantación de la esencia de lo que cuenta es tan absoluta que, salvo algunos momentos desaforados intensamente poéticos, golpea en la cabeza y no en el corazón, con los "colores primarios" de las emociones de las aventuras: hay amor incuestionable, terror real (¡los dos momentos con los leprosos/zombis!) y, más que nada, dos cosas.

La primera es el sexo. El amor, en realidad, se basa sin más en la arrolladora presencia física de Debra Paget, en el deseo que provoca inevitablemente. Sus bailes, como el de Liliane Montevecchi en Los contrabandistas de Moonfleet, están entre los más agresivamente eróticos y sensuales de la Historia del cine; pero esta Historia no lo sabe porque está demasiado ocupada alabando el lugar común de Gilda. El sexo, Lang no tiene intención de ocultarlo a esas alturas de su vida, es lo que mueve todo. Si hubiera llegado activo a la década de 1970, no cabe duda de que sus películas habrían estado llenas de sangre y desnudos.

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El segundo "color primario" fundamental ya lo ofreció Lang sin envoltorio en sus últimas películas americanas: el egoísmo, las ansias de poder, el ser-más-a-cualquier-precio. Y aquí, pese a su esquematismo, no es una maldad de serial. Es tan "real" como en Mientras Nueva York duerme o Más allá de la duda. No es una cualidad de los personajes de un folletín: es la verdadera forma en la que Fritz Lang observa la vida. No hay cinismo, sino aceptación. Por eso se distancia. Muestra lo que ve en el fondo de todo, y lo ve en todas partes, en dramas sociales camuflados de thrillers y en aventuras aparentemente juveniles. Es lo que ha vivido. No puede involucrarse con unos personajes en los que no cree. Simplemente ejerce de arquitecto, les da un amplio espacio en pantalla y deja que todo, el cine, se presente por sí mismo. "Todo" es esa visión del ser humano y la falsa pero necesaria inocencia de seguir creyendo en el cine.

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http://diariodecine.es/sscriticas4.html
http://ganarseunacre.blogspot.com.ar/2012/02/el-tigre-de-eschnapurla-tumba-india.html
http://greenbriarpictureshows.blogspot.com.ar/2011/10/jim-and-sam-present-paget-and-pagans.html
http://johannes-esculpiendoeltiempo.blogspot.com.ar/2011/02/el-tigre-de-esnapurla-tumba-india-der.html
http://misteriosoobjetoalmediodia.wordpress.com/2008/03/19/el-tigre-de-esnapur-der-tiger-von-eschnapur-fritz-lang-1959/
http://rohmerin.blogspot.com.ar/2012/06/debra-paget.html
http://truequemental.blogspot.com.ar/2009/12/el-tigre-de-eschnapur-la-tumba-india.html

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